miércoles, 23 de marzo de 2011

ROBERTO


Ése era otro cabrón de franela tanteada por noches frenéticas.
Pilón de fichas transpiradas por numerologías imposibles. Y certeras.
Enterradas en un prostíbulo de rapaces.
Calzaba pantalón marrón, camisa crema con bolsillos, mocasines negros gastados.
Insectos entrometidos: sus dedos finos.
Jugueteaba en la mesa de apostadores.
Dedos sin asomo de lógica. O la antilógica con la suya propia.
Bordeaba la tentación, su frontera de fichas laqueadas.
Despoja sobre la mesa su don, la custodia inflexible de torsión de ganador.
Aunque no siempre: A Él nadie lo ama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario